domingo, 4 de abril de 2010

Recordando a Giordano Bruno

Cuando programé mi viaje a Roma hace ya algunos años, uno de mis claros objetivos era verle. No podía pasar por alto esa oportunidad. Seria imperdonable. Quería ir allí, al lugar exacto donde fue quemado en la hoguera por la inquisición y donde se erige la majestuosa estatua de su persona. Solemne, discreto, humilde…pero desafiante aún…victorioso ante el paso del tiempo y la historia, aupado a hombros de la razón y la ciencia que al final le hizo implacable con sus verdugos. El científico…el sabio…el filosofo…el mártir

Campo dei Fiori es una pequeña y hermosa plaza dentro de la gran urbe romana, pero se hace grande y especial con su imagen. El siempre está allí, presidiéndola, reafirmando su teoría…recordando día a día a la ciencia y a la humanidad (y especialmente a la iglesia) por lo que murió.

Uno normalmente se queda impresionado y fascinado ante obras de arte como el David de Miguel Ángel en Florencia, o la Capilla Sixtina y la Piedad en Roma, pero puedo asegurar que estar en Campo dei Fiori y contemplar la estatua de Giordano Bruno, fue para mí una sensación igual o mayor que las obras antes citadas, por toda la trascendencia e historia que conlleva en el campo de la Astronomía, la Cosmología, la Filosofía y en definitiva de la Ciencia.

Había leído que nunca faltaban flores que la gente depositaba a los pies del monumento, y pude comprobar que así era…como en un agradecimiento perpetuo por su causa y su valentía. Fue una visita y un momento del que guardo un grato recuerdo.




Un poco de su historia…

Nació en Nola, en la falda del Vesubio en 1548. El estado de Nápoles era una colonia de España y el ambiente, contrario a la dominación extranjera, es posible que influyera en el espíritu rebelde que mostró a lo largo de su vida. A los 15 años ingresó en el monasterio dominico de Nápoles. Sus estudios científicos, ponían en entredicho los dogmas de la Iglesia, por lo que fue denunciado y en 1578, se vio obligado a dejar el convento.


Después de viajar por Italia y Francia llego a Génova donde Calvino tenía una república protestante; allí también realizó algunos actos de inconformidad por lo que fue hecho prisionero hasta que se retractó de lo dicho. Dejó el calvinismo acusándolo de ser contrario a la libertad intelectual. Al dejar Génova fue a París donde luego de varios tropiezos por la guerra religiosa fue aceptado por Enrique III como profesor de la Universidad en 1581. Posteriormente viajó a Londres. Fue profesor en la Universidad de Oxford, allí y en sus publicaciones insistía en las teorías de Copérnico y desafiando una idea aceptada desde los tiempos de Aristóteles, afirmaba que el universo era infinito y compuesto por numerosos mundos, parecidos a los del sistema solar. Aseguraba que, en materia de física, la aceptada diferencia aristotélica entre "forma" y "materia" era irreal. Pero no paraba ahí. Tal como lo haría Galileo poco después, ponía en duda todo o casi todo lo que sobre astronomía decía el Antiguo Testamento. Expresó en escritos y conferencias sus ideas acerca de la pluralidad de los mundos y sistemas solares, el heliocentrismo, la infinitud del espacio y el universo y el movimiento de los átomos.


El ambiente que ocasionaron sus teorías se volvió hostil hacia él y regresó al continente. Viajó por varios países europeos como profesor en distintas universidades o dando conferencias y escribiendo trabajos sobre cosmología, física, magia y el arte de la memoria. Pero su teoría sobre la posibilidad de coexistencia pacífica de diversas religiones, le reportó otra excomunión, ahora la de la iglesia luterana.


Excomulgado por católicos, calvinistas y luteranos, comete el error de aceptar en 1591 la invitación para ir a Venecia de Zuane Mocenigo, quien lo requería para aprender sobre el arte de la memoria. Las relaciones entre profesor y alumno no fructificaron en parte porque Mocenigo tenía una idea de Bruno como un mago y no como el pensador que era. Al tratar de abandonarlo, Mocenigo lo denunció a la inquisición por las ideas herejes que, según él, le había transmitido. Bruno fue apresado por la inquisición e interrogado en Venecia, y trasladado a Roma. Los inquisidores querían una retractación explícita y absoluta de todos sus argumentos, pero Giordano Bruno creía en todo lo que había escrito y dicho y no se retractó. Estuvo siete años prisionero en Roma.





El proceso fue dirigido por Roberto Bellarmino, quien posteriormente llevaría un similar proceso contra Galileo. En 1599 se expusieron los cargos en contra de Bruno. Las múltiples ofertas de retractación fueron desestimadas.
Finalmente, sin que se tenga conocimiento del motivo, Giordano Bruno decidió reafirmarse en sus ideas y el
20 de Enero de 1600 el papa Clemente VIII ordenó que fuera llevado ante las autoridades seculares.

El 8 de febrero fue leída la sentencia en donde se le declaraba herético, impenitente, pertinaz y obstinado. Es famosa la frase que dirigió a sus jueces: "Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla". Fue expulsado de la Iglesia y sus trabajos fueron quemados en la plaza pública.

Durante todo el proceso fue acompañado por monjes de la Iglesia. Antes de ser ejecutado en la hoguera uno de ellos le ofreció un crucifijo para besarlo pero Bruno lo rechazó, diciendo que moriría como un mártir y que su alma subiría con el fuego al paraíso.

Fue quemado vivo el 17 de Febrero de 1600 en Campo dei Fiori, Roma.




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