domingo, 16 de agosto de 2009

La contaminación lumínica en la costa Onubense

La contaminación lumínica que emiten las ciudades producidas por las farolas y otros tipos de iluminación nocturna, es hoy por hoy, quitando las condiciones climatológicas adversas, el verdadero enemigo del astrónomo aficionado, que tiene que huir de ella como la peste si quiere disfrutar de una sesión de observación digna. Lamentablemente en los últimos años y con el incremento de las construcciones urbanísticas y turísticas, el panorama es cada vez mas acusado.

Esta contaminación luminosa crea un "halo" en torno a las ciudades que pueden ser muy extensos (de varios kilómetros). La dispersión hacia el cielo es debido a que la luz interactúa con las partículas del aire, desviándose en todas direcciones. El proceso es mas intenso si existen partículas contaminantes en la atmósfera (humos, partículas sólidas) o simplemente humedad ambiental.

Las lámparas de alumbrado público (incandescentes, fluorescentes, de sodio, de mercurio, etc.) son las principales causantes de esta contaminación luminosa, que hace que cada vez tengamos menos cielos estrellados sobre nuestras cabezas en la ciudad. Ya es prácticamente imposible distinguir alguna estrella en plena ciudad si no es un planeta o una estrella de primera magnitud, lo cual es una lastima.

La solución está en un nuevo concepto y diseño de alumbrado público de luz indirecta y proyectada hacia abajo y por lámparas de sodio de baja presión (las menos perjudiciales), entre otras soluciones, pero claro...¿a quien importa este asunto? No obstante hay que decir que en algunas ciudades de España, aunque perezosamente, ya se está produciendo ese cambio y esa toma de conciencia por unos cielos mas limpios de polución luminosa, pero sigue siendo un problema difícil de atajar y de poca o tibia voluntad política y económica.


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